Venía yo leyendo a Marie Louise Von Franz hablar de una de las aportaciones ,a mi parecer, más interesantes del análisis de los subterfugios de la mente humana: La sombra (de la que os he ido hablando anteriormente.)
Tras esta lectura reflexiono sobre la idea de mal: la pasada y la futura.
Estamos dejando atrás una era y entrando en otra, hay divergencias de criterio para definir exactamente qué dejamos atrás y qué recibimos pero unidad al determinar que nos encontramos al final de algo y al inicio de otro algo.
Cuando el cristianismo se impuso se creó el concepto de “mal” tal como en las culturas cristianas lo hemos entendido hasta hoy. El cristianismo inicial parecía decir: honrar la naturaleza tal como hacían nuestros antepasados está mal, tener sexo también, controlemos el impulso animal etc… Todo esto creó un monstruo colectivo. Un demonio con patas de cabra resultante de “lo que no se debía ser”. Un ente caricaturesco que nació de las represiones internas impuestas. EL MAL, en definitiva.
Cuando hablé con mis amigos de Índia sobre conspiraciones varias durante la pandemia, me preguntaron: ¿Pero de qué mal hablas? Tras darme cuenta de que nuestras ideas de maldad eran irreconciliables eso mismo me seguí preguntando hasta hoy.
El único mal unificado es algo inconcebible en muchas otras culturas. Esta creencia es heredera directa del maniqueísmo cristiano. En el ocaso de éste un nuevo mal (adecuado a ese pensar en polaridades tan nuestro) debía surgir. El mismo mal que sirvió para perseguir a los templarios, a los judíos o a los paganos. Un monstruo en el que volcar todo lo que no queremos ver de nosotros en una sociedad ,en muchas ocasiones, enferma de poder.
El diablo de ahora tiene que ver con la simplicidad que distorsiona a placer la idea de una élite única que todo lo tiene. Partir de algo más o menos real le sirve a la fantasía colectiva para invocar un nuevo ser demoníaco que, con su riqueza y poder, representa el lado oscuro de lo que nuestra sociedad atribuyó al éxito. Con esto nace la sombra posmoderna occidental. Un concepto que pasa por alto por completo la riqueza presente en muchas culturas orientales, probablemente por desconocerlas.
La distorsión cognitiva aquí crea un único “mal” ( muy naíf ) que hace caso omiso al hecho de que el mal y el bien forman parte de una misma cosa en muchos universos simbólicos del mundo.
En todo ello, la mayoría de discursos que tratan de “despertar” a los que se movieron poco de su vecindario, se desvanecerían visitando otros lares.
Por nuestra salud mental, esperemos poder viajar más allá de nuestras narices más pronto que tarde. Hay vida más allá de Youtube.