Disculpad el sensacionalismo del titular en los tiempos que corren, pero astrológicamente no es para menos. El 21 de diciembre se producirá la conjunción exacta entre Júpiter y Saturno, ya en el signo de Acuario. Estos dos gigantes operarán uno junto al otro haciendo historia. Digo haciendo historia porque, aunque astronómicamente esta conjunción es un evento que ocurre cada 20 años, en lo astrológico contemplamos además el elemento del signo en el que lo hacen. Teniendo en cuenta esto la conjunción marca el inicio de un ciclo de más de 200 años dominados por el elemento aire.
Aunque Júpiter y Saturno ya se juntaron en Libra en 1981 el ciclo fue interrumpido por una interacción posterior en Tauro en el año 2000. La actual gran conjunción creo que debe ser tenida en cuenta particularmente por adentrarnos ya en el elemento. La próxima ocurrirá en Libra en 2040.
El hecho por tanto nos despide definitivamente del ciclo anterior, iniciado en 1802 y dominado por el elemento tierra. Los gigantes se juntarán a poca distancia de nuestro planeta, una proximidad similar se produjo en 1623.
En lo astrológico el diálogo entre estos dos colosos marca grandes ciclos. Los pasados dos siglos han establecido interacción en signos de tierra. La revolución industrial enmarcó el inicio de este periodo que abandonamos. Dejamos progresivamente atrás más de dos siglos de tierra para entrar en otros dos siglos de aire. Nos apartamos de un tiempo marcado por la generación de materia. Materia entendida como productos fabricados de manera masiva en fábricas, pero también como un aumento de seres humanos en la tierra. En el inicio del ciclo anterior, la natalidad se disparó y se cubría con ella la mano de obra necesaria de unas fábricas que crecieron hasta instalar la sociedad de consumo que conocemos hoy. Lo digital y lo intangible cobran ahora fuerza en un cambio de elemento que muestra predilección por un “adelgazamiento” de la materia.Lo que antes lo hacía un equipo de 30 personas, hoy lo hace una persona con un teléfono, lo que antes era garantía de “para siempre” hoy es temporal y cambiante y así un largo etcétera que parece decir: si la tierra genera en lo tangible, el aire conecta en lo intangible.
PLUTÓN COMO DETONADOR
Estos últimos años de Plutón en Capricornio dan para mucho en todo ello. El tránsito se mantendrá en el signo de la cabra hasta 2024. Durante toda su estancia va a seguir mostrando las costuras del sistema en el que nos encontramos. Históricamente crisis y guerras se han dado la mano de manera cíclica. Los conflictos globales han reseteado la lógica económica presente y se han establecido otras estructuras. Creo que no es osado considerar que el momento que atravesamos puede ser leído, a efectos prácticos, como una tercera guerra mundial. Una tercera guerra mundial por el impacto económico y social que supone. Parar el mundo a través de una crisis sanitaria pone el contador a cero hacia un nuevo lugar. La especulación se traslada a lo intangible y el control del futuro está ya en la nube. El nuevo mundo a conquistar, con sus recursos a explotar, se encuentra tras las pantallas. Si la interacción directa entre humanos se reduce el uso digital se dispara. El producto regional y nacional ya se extinguió en un mercado cada vez más global. El proceso tiende a acelerarse y a abarcar los ámbitos no conquistados. Detener al mundo e interconectarlo bajo una nueva estructura necesitaba un catalizador: un virus que pareciera igualarnos a todos. “Vencer el virus como objetivo común” sería la pieza final del engranaje que nos llevaría a un sistema global cocinado a fuego lento durante décadas.
¿DÓNDE ESTAMOS AHORA?
En todo ello la actualidad sigue mostrando evidentes tensiones. Esto no deja ser el reflejo de lo que hay en el cielo. Y es que como vemos 2020 está lleno de eventos históricos.
Eventos que aunque desde la astrología no se adivinaran literalmente como el Coronavirus ya llevábamos mucho tiempo esperando a que pasaran. Pues todo esto no va tanto de “adivinar” como de comprender ciclos internos y externos que sirven de guía. Los aspectos de 2020 tenían que hacerse notar, lógicamente. Marte se mantiene este año unos 6 meses en Aries, algo muy poco habitual. A partir del 24 de agosto está activando una tensión exacta a Saturno en Capricornio que dejará de ser exacta los primeros días de Octubre pero que nos acompañará, de un modo u otro, hasta enero.
La interacción entre los dos planetas considerados tradicionalmente maléficos ocupando sus hogares, ni esta pasando ni pasará desapercibida. Esto indica tiranteces sonadas entre voluntades individuales y estructuras limitantes. Semanas y meses que alternan contención frustrante y expresión abierta de malestar:
“Año bisiesto, año siniestro” que dicen.Más siniestro o menos, inolvidable desde luego.
LO QUE ESTÁ POR VENIR
La astrología es compleja sí, la astrología mundial todavía más. Somos humanos que interpretamos el cielo y nuestras afirmaciones concretas son falibles como cualquier interpretación. Ahora bien su recorrido es el que es y sus aspectos simbolizan lo que simbolizan.
2020
Año que acorrala las estructuras dominantes. Año en el que descubrimos, si no lo sabíamos, que cualquier manifestación política actual a la larga es un fraude. El político novato y bienintencionado se da cuenta que por mucho que quiera cambiar nada está sometido a un sistema con muchos “jefes de todo esto” que le impiden decidir.
La democracia representativa es un teatrillo dirigido a un gran público que es votante potencial. En lo global el mundo se paraliza y somos conscientes de que las estructuras tal como están construidas ya no sirven. Se digitaliza todo lo que se puede, se cierran cajeros y se pretende controlar el dinero de manera total. El virus, como he dicho anteriormente, es un agente globalizador hacia lo de más allá.
2021
Tras el shock inicial, los problemas económicos y las significativas tensiones entre lo viejo y lo nuevo nos hacen cuestionarnos la clase de sistema que estamos manteniendo y el lugar hacia el que debemos dirigirnos. Hay enfado, incertidumbre y una necesidad de cambio que conecte el tradicional modo de hacer con el que emerge.
2022
Este año empiezan a cocerse las nuevas necesidades en lo teórico. Hay un borrador de estructuras de lo naciente pero continúa presente esa importante tensión entre lo viejo y lo nuevo. Estos dos años pedirán reestructuraciones significativas para abandonar modelos caducos que se adapten al contexto.
2023
Las tensiones se aligeran de manera significativa. Aunque no habrá carencia de conflicto y disconformidad, encontraremos la guía de “el camino marcado hacia”. Tras años de confusión, deberemos ver más claro el lugar que ocupar mañana.
2024 Y MÁS ALLÁ
Aunque habrá formas todavía por detonar, veremos con claridad la estructura necesaria para establecer el puente entre dos eras. A partir de 2025 y hasta 2044, la evolución se disparará con una velocidad no vista hasta la fecha.
Cuando alguien me pregunta acerca del final de todo esto, yo respondo que más que final éste es un largo principio. Un largo principio en el que como colectivo deberemos demostrar nuestro nivel de desarrollo. Diga lo que diga quien lo diga, desde lo astrológico mañana no será todo igual que ayer, hay que asumirlo. Nunca fue igual que ayer desde el 2008, de hecho. Nos encontramos a las puertas de una nueva era, pero sobre todo iniciamos un nuevo ciclo que se extenderá a lo largo de más de dos siglos. Enfrentamos el fin de un sistema piramidal corrupto y tenemos la oportunidad de transformar la realidad hacia un modelo más horizontal. Pero al final se trata de eso: una opción que hay que trabajar como conjunto. Conspiranoias aparte (muy acertadas para mí muchas de ellas) los años que vienen van de muerte y renacimiento en un contexto que será necesariamente distinto, esto sí podemos afirmarlo con más certeza. Si aprovechamos la oportunidad como creo entender que el Aguador querría, la igualdad y la transparencia del colectivo deberán imponerse a la jerarquía momificada. Aunque el monstruo asustado trate de sobrevivir matando, las pilas de todo sistema se agotan.
El resto; A la larga una posibilidad de construir que habrá que saber aprovechar.
Tiempos históricos éstos.
Roberto Saula